sábado, 3 de noviembre de 2012

Dr. Juan Ramón Rallo "La Crisis" "El Oro" y "La Realidad" http://24kila...

RAMÓN RALLO EN #ALROJOVIVO

Entrevista a Juan Ramón Rallo

JUAN RAMÓN RALLLO: "UNA ALTERNATIVA LIBERAL PARA SALIR DE LA CRISIS"

Juan Ramón Rallo: "El banco malo es un despropósito con el que el Gobierno del PP socializa las pérdidas de la banca"


Juan Ramón Rallo: "El banco malo es un despropósito con el que el Gobierno del PP socializa las pérdidas de la banca"

"Capitalismo es 'cuando gano, gano, y cuando pierdo, pierdo y me lo como' y el Gobierno no lo está permitiendo"

Periodista Digital, 02 de noviembre de 2012 a las 08:39
Encuesta¿Está usted a favor de la creación del banco malo?
Juan Ramón Rallo./>

Juan Ramón Rallo.

  • Juan Ramón Rallo.
Ni el libre mercado causó la crisis ni la receta para superarla pasa por redoblar el intervencionismo de los poderes públicos. A lo largo de 'Una alternativa liberal para salir de la crisis' (Deusto, 2012), el doctor Juan Ramón Rallo nos demuestra que fueron los gobiernos y los bancos centrales quienes inflaron las tres burbujas -la financiera, la inmobiliaria y la estatal- que terminaron asolando la economía española y, sobre todo, que el pinchazo y la superación de estas tres burbujas sólo se logrará con un notable retraimiento del Estado que permita ampliar en paralelo las esferas de libertad de familias y empresas.
Para lograr este saludable objetivo, el doctor Rallo propone tres sencillas medidas: austeridad del sector público, liberalización del sector privado y la no socialización de las pérdidas de la banca.
De este modo, en Una alternativa liberal para salir de la crisis, el lector podrá descubrir cómo rescatar a la banca sin que le cueste un solo euro al contribuyente, cómo recortar el gasto público en más de 130.000 millones de euros para acabar con el déficit e incluso bajar los impuestos, y cómo liberar al sector privado de las múltiples regulaciones que lo atenazan y que le impiden crear empleo vigorosamente.
Un programa de reformas, en definitiva, absolutamente opuesto a la desastrosa política económica desplegada hasta la fecha tanto por el PP como por el PSOE y que, de implantarse, permitiría sacar a España de su profunda depresión actual.
EXTRACTOS DE LA ENTREVISTA
La respuesta que ha dado el PP para pinchar y sanear la burbuja financiera ha sido socializar pérdidas. El agujero que tiene la banca, el PP trató de cargárselo primero a los contribuyentes europeos. Angel Merkel y otros gobernantes europeos, particularmente los de Finlandia y los de Holanda le han dicho que no, que no quieren asumir los agujeros de la banca española.
Por tanto, Rajoy, su segunda alternativa ha sido cargarle el muerto a los contribuyentes españoles. ¿De qué manera? Tanto a través de la nacionalización de bancos como a través de la constitución de un banco malo, que no es un banco malo pero sí es una entidad de gestión de activos. Está en parte integrada por capital público, por dinero de los contribuyentes, pero sobre todo avalada en muchas de sus emisiones de deuda por ese sector público. De esta manera, las pérdidas que tenga correrán a cargo de los contribuyentes. Esto es un despropósito.
[El rescate a la banca] es injusto, primero porque los contribuyentes carguen con pérdidas que ellos no han contribuido directamente a causar y, segundo, porque económicamente no se puede hacer soportar a la ciudadanía española una deuda adicional de 100.000 millones de euros. Esto, además, es otra muestra clarísima de que no tenemos capitalismo, ni liberalismo, ni libertad de mercado en el sistema monetario y financiero actual.
Capitalismo no es 'cuando gano, gano, y cuando pierdo me rescatan'. Capitalismo es 'cuando gano, gano, y cuando pierdo, pierdo y me lo como'. Y eso es lo que este gobierno no está permitiendo hacer.
El banco malo podría pagar precios inflados [por los activos tóxicos de las entidades] y por lo tanto inyectar capital en ciertas cantidades a costa de los contribuyentes. Y con otras entidades podría hacer lo contrario. Podría comprarles los activos a precios ridículamente bajos y generarles pérdidas extraordinarias, que obligarían a nacionalizar y a inyectar capital público, y por lo tanto controlar la entidad".
El ministro De Guindos siempre se vanagloria de escuchar mucho y tener mucho contacto con los mercados. En realidad está muy relacionado, y tiene mucho contacto, con la parte financiera de los mercados. Pero con la parte productiva tiene mucha menos conversación e interactúa mucho menos. Cuendo tú estás en un ambiente tan financiero, donde los intereses siempre son 'que nos rescaten' no 'que tengamos que liquidar con pérdidas esos activos', ya sea consciente o inconscientemente te terminas creyendo sus razonamientos, muchas veces contaminados por iterases propios.
Juan Ramón RalloUna alternativa liberal para salir de la crisis.

Una alternativa liberal para salir de la crisis: más mercado y menos Estado


Una alternativa liberal para salir de la crisis: más mercado y menos Estado

Publicado el 04 octubre 2012 por Juan Ramón Rallo
El próximo martes 23 de octubre sale a la venta mi próximo libro “Una alternativa liberal para salir de la crisis: más mercado y menos Estado” con la editorial Deusto (aunqueya podéis encargarlo en la preventa). Dos días después, el jueves 25 de octubre, lo presentaré en el auditorio de la Fundación Rafael del Pino a las 19.00 de la tarde de la mano de mi amigo y prologuista del libro, Carlos Rodríguez Braun.
Son casi 300 páginas divididas en dos gran partes: en la primera explico las causas de la crisis a través de la descripción de las tres burbujas que asolaron España (la financiera, la productiva/inmobiliaria y la estatal); podéis encontrar un resumen de esta primera parte del libro en la conferencia que di en la Universidad de Verano del Instituto Juan de Mariana. La segunda parte, la más extensa, son propuestas concretas para pinchar y sanear estas tres burbujas: básicamente, una explicación de cómo articular el bail-in y una crítica detallada a la reforma financiera presentada por el Gobierno; un desglose de cómo recortar 135.000 millones de euros anuales para poder acabar con el déficit (o reducirlo a límites manejables) sin subir impuestos con respecto al nivel alcanzado en 2011 (o incluso bajándolos); y una enumeración de todas las reformas/liberalizaciones que necesita nuestra economía para poder recomponer los planes empresariales.
De momento, quienes han leído el libro parece que han quedado bastante satisfechos. Os dejo sus principales opiniones y os espero a todos el día 25.
Las novedosas propuestas de Juan Ramón Rallo para salir de la crisis son una bocanada de aire fresco que merecen toda la consideración por parte de la opinión pública: muy en especial, su análisis detallado de cómo recortar el gasto público anual en 135.000 millones de euros.
Pedro Schwartz
Rallo es uno de los economistas españoles más brillantes y su libro Una alternativa liberal para salir de la crisis es de lectura obligada para aquellos interesados en impulsar la recuperación de nuestro país y, especialmente, para sus gobernantes, empresarios y líderes sindicales.
Jesús Huerta de Soto
Este libro explora una tercera vía distinta a la de los dilatados e insuficientes ajustes de la Troika y también a la vía de la creación artificial de dólares y altísimos déficits de Krugman, Obama y Bernanke: es la vía liberal, la que nos permitiría superar la crisis con menos impuestos, menos déficit, menor deuda pública y, en definitiva, con menos intervencionismo político.
Alberto Recarte
Este libro es una lúcida reflexión de los errores económicos cometidos durante la última década y, al tiempo, una esperanzadora hoja de ruta que señala el camino hacia la recuperación.
Jesús Encinar
He aprendido mucho con este libro crítico, incisivo, detallado y a la vez constructivo y muy ameno. Un libro, además, instructivo y esperanzador, porque demuestra que la solución existe y está mucho más al alcance de nuestra mano de lo que a veces nos hacen creer.
Daniel Lacalle
Juan Ramón Rallo se consolida como un brillante economista dotado de una frescura contagiosa. No sólo describe en su libro los disparates de esta España nuestra sino que desmenuza su porqué, ahondando minuciosamente en cómo y dónde recortar el devorador gasto público. De lectura obligada.
José M. Gay de Liébana

22 Comentarios para este artículo.

  1. Marco Says: 
    Estara disponible como libro digital en algun sitio?
  2. Juan Ramón Rallo Says: 
    Sí, en Amazon, por ejemplo.
  3. Marco Says: 
    A vale, gracias. Es que el de “El liberalismo no es pecado” lo compré en Amazon, luego quise comprar otros escritos por vosotros y no los encontré en formato electrónico, por ejemplo “Una crisis y cinco errores”.
  4. SBC Says: 
    Ojalá tenga una amplia repercusión: Usted la merece y España la necesita. ¡Suerte!
    Paz y Libre Cambio,
    SBC
  5. Lodudo Says: 
    Este verano me leí Los errores de la vieja Economía, lectura muy recomendable, este libro le hubiera venido bien leer a Zapatero. Ahora compraré dos de este nuevo libro, uno para mi y otro a ver como encuentro la manera de hacerselo llegar a Rajoy…
  6. Socialista Says: 
    Enhorabuena por su nuevo trabajo que sin duda estudiaré y reconocerle una capacidad impresionante de trabajo.
  7. Flames Says: 
    Todavía no he acabado el de “Los errores…” pero espero hacerlo las próximas semanas. Eso sí, también leeré “Una alternativa liberal para salir de la crisis”.
    Lo de que “le hubiera venido bien a Zapatero”… es un poco tarde. Ya lo podrían leer los “zapateros de todos los partidos” que son legión.
    Espero que el esfuerzo del Profesor Rallo por difundir las ideas liberales dure mucho tiempo, Sé que es un esfuerzo muy arduo. Imagino que una de las claves es tomárselo con mucho sentido del humor, como hace Carlos Rodríguez Braun.
  8. Víctor Says: 
    ‘El liberalismo no es pecado’ es un libro muy recomendable. La claridad y la concisión con la que Rallo explica y construye todo el libro hace que la economía sea entendible para cualquiera. Me sorprendió ver que iba tercera edición; eso libros no se suelen vender mucho y menos si son de liberales, pero en cuanto comencé a leerlo lo entendí.
    ‘Los errores de la vieja economía’ sin embargo, es un libro mucho más denso y difícil de leer.
    Leeré este en cuanto pueda.
  9. Juan Ramón Rallo Says: 
    Este es más sencillo como “El liberalismo no es pecado”. “Los errores de la vieja Economía” es un libro más de fondo, como el que ahora mismo estoy preparando.
  10. Carlos Says: 
    José María Gay fue profesor mío de contabilidad, es un crack. Me alegra ver su recomendación aquí.
  11. El osito Teddy Says: 
    Bueno, en cierto modo “Los errores de la vieja Economía” es denso y difícil de leer porque el libro de Keynes al cual critica es un intolerante suplicio. A quien me pregunte si es recomendable La teoría general estoy por ponerme como Marlon Brando en Apocalypse Now, cuando decía apesadumbrado “El horror, el horror…”.
  12. Alejandro Sala Says: 
    Conociendo tu pensamiento, puedo imaginar el contenido general del libro y, por ese motivo, tengo el mayor interés en conocer los detalles porque allí estará seguramente la “sal” de este trabajo. ¡Que sea con el mayor de los éxitos y que contribuya a que España encuentre su rumbo!!!! Felicitaciones, amigo!!!
    PD: quizá este libro ayude a que en los debates para la próxima elección en USA se hable del “buen ejemplo de España”, jeje
  13. juan Says: 
    Una labor titánica que tiene su escuela de pensamiento es convencer a los ciudadanos que el liberalismo que predican no es el liberalismo que en muchos lados, tiempos y circunstancias se ha aplicado. Tienen al enemigo en casa, en todas las prácticas de las corporaciones para impedir la competencia y tapar graves errores. Quizás ese día los ciudadanos no tengan tantos reparos en asumir el resto del ideario liberal. Gracias a Keynes los trabajadores interiorizaron gran parte de las ideas liberales y se olvidaron de revoluciones y planificaciones centralizadas. Todos los liberales tienen una enorme deuda con el Keynesianismo por esto.
    Le invito un día a escribir sobre lo que NO es el liberalismo y lo exponga en la sede de las grandes empresas. Tenga cuidado no le vayan a confiscar el libro aunque lo más probable es que le pongan en nómina. Las prácticas “socialistas” que denuncia son pecata minuta con lo que se cuece en los laboratorios de miles de empresas.
  14. juan Says: 
    La exposición de Keynes fue la fórmula perfecta para salir de una compleja situación económica y política. ¿Queda una segunda parte? Probablemente, pero eso no se conseguirá jamás denunciando un fantasma socialista sino criticando con dureza a los que más daño hacen al liberalismo que son muchos capitalistas y buscando nuevas fórmulas para implicar a los trabajadores y que estos se “olviden” de forma natural del resto del socialismo. No con manipulación sino porque vean claro que su prosperidad está en otra forma de hacer las cosas. Por mucho que crea que existe un monstruo que se llama Estado le invito Sr. Rallo a olvidarse del mismo, del socialismo, de Marx y de los representantes de los trabajadores. Estos son efectos secundarios, la raíz y los problemas están en otra parte. El liberal que con coherencia denuncie este capitalismo y plantee la libre iniciativa individual sin olvidar las implicaciones sociales de su acción tiene la llave del futuro.
  15. josvazg Says: 
    Offtopic,
    O de como, “oh fijate si la “malvada” sanidad americana se parece más a la nuestra en su funcionamiento de lo que parece!”.
    Sin mercado no hay incentivos a bajada de precios y sin eso los pobres (y en España hasta los no tan pobres) son los que más lo sufren y lo pagan, si no en precio, en tiempo.
    ¿De que te sirve un tratamiento si llega tarde?
    ¿Porque no puedes pagar TU la diferencia entre el generico y el no generico si así lo deseas y el médico lo recomienda?
    No queremos migajas del estado, queremos buenos servicios, y si no son capaces de darnoslos a calidades crecientes y precios decrecientes, sino al revés,
    ¡que se vayan quitando del medio!
  16. El osito Teddy Says: 
    Yo reconozco que tengo esperanzas que el próximo libro de Rallo sea su actualización de la teoría Austríaca.
  17. El osito Teddy Says: 
    Madre mía, ni ha salido a la venta y ya en Amazon aparece el primero, por delante de “La doctrina del Shock”. Ojalá los Liberales sigamos teniendo buenas noticias como ésta.
  18. Felipe Says: 
    Que bueno, cómo son los liberatas.
  19. Hegemon Says: 
    Sin duda es un libro imprescindible de leer como lo fue “El liberalismo no es pecado”. Si además parece más ameno, mejor que mejor. Lo malo de todo esto es que en Espña aún hay muy pocos liberales. Los que hay son muy brillantes, como Rallo, pero pocos y sin seguidores en la política. Un libro como este es necesario para una mayor divulgacion del liberalismo tan rechazado a izquierda y derecha. Yo lo prefiero en fomato de siempre. Vamos, que se pueda tocar y oler. Encima lo leeré antes de releer a Mises y su Acción Humana. Y ya basta porque parezco uno de la editorial que quiere vender y vender el libro, y no es así, auqneu lo recomiendo.
    Gracias y enhorabuena Sr. Rallo.
  20. Freeman Says: 
    Carlx
    Fíjate que yo ni si quiera te estoy discutiendo lo de la plusvalía, lo que te pregunto es que si tu consideras que el beneficio que obtenías como empresario frente a tus empleados no era justo, ¿por que no lo repartías?
    Tus empleados te digo yo que lo habrían aceptado gustosamente.
  21. Carlx Says: 
    Yo núnca hice valoraciones morales sobre lo justo o no, simplemente intento conocer de donde vienen las ganancias de unos y otros.
    De todas formas yo de aquella, con 19 años sólo pensaba en ganar dinero para pagar la inversión y para salir de fiesta, …., lo de preocuparme por estas cosas viene desde que me estoy haciendo viejo, jeje.
    El tema no va a más ¡¡
  22. Juan Antº Alcala Says: 
    Muy buenas, he leido reseña de D. Carlos Rod Braun y lo estimo muy interesante y clarificador, lo voy a comprar.
    Felicidades y gracias por hacer un trabajo en el que contribuye a informar libremente.
    abz
    Juan Antº

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"El liberalismo no es pecado" Fundación Rafael Del Pino

1884 El Liberalismo no es Pecado


'El liberalismo no es pecado'

Por Carlos Rodríguez Braun y Juan Ramón Rallo

En 1884, el sacerdote catalán Félix Sardá y Salvany publicó un folleto, que tuvo una amplia difusión dentro y fuera de España, titulado El liberalismo es pecado. Son muchos los que seguramente coincidirán hoy con ese diagnóstico, pero se asombrarían al leer el texto del padre Sardá, porque para él la economía no era ni de lejos el centro de lo que llamaba liberalismo.
A juicio de Sardá, los principios liberales eran: "La absoluta soberanía del individuo con entera independencia de Dios y de su autoridad; soberanía de la sociedad con absoluta independencia de lo que no nazca de ella misma; soberanía nacional, es decir, el derecho del pueblo para legislar y gobernar con absoluta independencia de todo criterio que no sea el de su propia voluntad, expresada por el sufragio primero y por la mayoría parlamentaria después; libertad de pensamiento sin limitación alguna en política, en moral o en religión; libertad de imprenta, asimismo absoluta o insuficientemente limitada; libertad de asociación con iguales anchuras".
Qué insólito resulta leer una relación de principios del liberalismo que no incluya ni una sola mención a la economía, al mercado libre, al papel del empresario, a los impuestos, al gasto público, a la política económica, monetaria, laboral, industrial, asistencial, etc. También es extraño comprobar que una parte de lo que el padre Sardá condena en el liberalismo sería hoy condenado por todos los liberales: así sucedería con la idea de que las mayorías democráticas y parlamentarias pueden legislar "con absoluta independencia de todo criterio que no sea el de su propia voluntad". Ante eso, cualquier liberal argumentaría que ninguna mayoría, por abrumadora que sea, está legitimada para violar la libertad y los derechos de los ciudadanos.
En efecto, el liberalismo pivota sobre la libertad individual, va más allá de la economía y no tiene una alternativa nítida en la política ni un modelo predeterminado de sociedad. Algunas personas podrán identificar el liberalismo con variantes del conservadurismo, si bien son diferentes, o incluso con sistemas políticos con algo de libertad económica pero con represión social, marcadamente antiliberales, o con alguna religión o con la hostilidad hacia lo trascendente, cuando el liberalismo no entra en tales cuestiones al ser un referente o un ideal que parte del principio de no agresión, de modo que la Iglesia católica y cualquier organización tiene cabida en él, como también la tienen los individuos o comunidades que defiendan el ateísmo militante, siempre que ni unos ni otros recurran a la violencia para imponer a todos la obediencia a su poder, a sus principios y a sus valores.
Resulta evidente, pues, que Félix Sardá y Salvany hablaba de liberalismo en un sentido diferente a como lo entendemos hoy: claramente se refería al combate del Estado en contra de la Iglesia católica, un combate que se llevó y aún se lleva a cabo de modo falso en nombre de la libertad. (...) no pocos liberales del siglo XIX cometieron el grave error de apoyar a un Estado que, en efecto, arrasó con el importante papel de la Iglesia como propietaria y educadora, pero no fue eso el alba de la libertad, ni mucho menos, sino, precisamente, de la consolidación de la coacción política y legislativa. Eran tiempos en los que los debates que conmovían a la opinión pública hoy nos parecerían extrañísimos; por ejemplo, el matrimonio civil, cuya instauración llevó a polémicas tan agrias que hubo países católicos que rompieron relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Estas eran las preocupaciones de Sardá y Salvany en 1884: la secularización y el "ateísmo social", que equiparaba con el liberalismo. Con independencia de que algunos de los pecados señalados por el presbítero catalán no serían hoy considerados pecados por la propia Iglesia católica, y algunos tampoco lo serían desde la perspectiva de los liberales, como su sana desconfianza en el arrogante racionalismo que pretende cambiar toda la sociedad, de lo que no pueden caber dudas es de que para él la economía no era el foco de la cuestión. Hoy sí lo es, y por eso hemos escrito este libro, no porque creamos que la economía es lo más importante –para el liberalismo lo más importante es la libertad–, sino porque los antiliberales, los herederos del padre Sardá que insisten en que el liberalismo es pecado, colocan a la economía en el centro de su discurso (...).
Hace 65 años, el periodista norteamericano Henry Hazlitt publicó su clásico La economía en una lección. Hazlitt sostenía que esa lección única, que derivó del liberal decimonónico francés Frédéric Bastiat, era que ante cualquier idea, propuesta o medida económica lo que conviene hacer es atender no sólo a sus consecuencias inmediatas y de corto plazo, sino también a las de largo plazo; no sólo a sus consecuencias primarias, sino también a las secundarias, y no sólo a sus efectos sobre un grupo o sector particular, sino sobre todos los sectores. Hemos recogido su sabia advertencia en este libro, donde, igual que con Sardá, parafraseamos a Hazlitt y exponemos los problemas que plantea la economía en cinco lecciones presentadas en otros tantos capítulos.
Empezamos por la acción humana, por nuestras necesidades y los medios a los que recurrimos para satisfacerlas, el valor de las cosas, su utilidad y las importantes nociones de coste de oportunidad, preferencia temporal y aversión al riesgo. Veremos cómo la institución de la propiedad privada, tan denostada, permite que florezca la cooperación y la división del trabajo, que mediante acuerdos voluntarios lleva a que en los mercados no sólo se produzcan más y mejores bienes, sino que en ésta, al revés de lo que se piensa, los individuos atienden a los fines de los demás.
En los mercados existe una apariencia de desorden, incluso de caos. Es una impresión equivocada: allí hay personas que entablan transacciones ordenadas conforme a los precios, que son señales de tráfico de la economía. Consumidores y empresarios comparan precios y costes para tomar decisiones que resulten útiles y rentables.
Tras analizar el coste del capital y denunciar el error socialista de pensar que el beneficio empresarial se obtiene mediante la explotación de los trabajadores, desarrollaremos varias tesis no demasiado populares entre el pensamiento predominante: los controles de precios y salarios resultan nocivos; los especuladores son buenos; la publicidad y las marcas no son sistemas de engaño al consumidor; los sindicatos pueden promover el desempleo, y el Estado no debe intervenir para impedir que haya empresas tan grandes que parecen monopolios.
El capítulo 2 trata del dinero y el capital. Observamos que sin dinero la vida sería mucho más complicada, porque el trueque limita enormemente los intercambios, y concluimos que no fue casual que al final el oro se impusiera como el dinero por excelencia. El valor del dinero depende de su oferta y su demanda: analizamos su lógica y consecuencias, como los cambios en el poder adquisitivo del dinero. Describimos las relaciones entre dineros, es decir, los tipos de cambio y el comercio exterior. A continuación abordamos el capital, o el valor monetario de los factores productivos, la forma en que los capitalistas participan en los proyectos empresariales, la diferencia entre capital y bienes de capital, y la liquidez de los agentes económicos. Por último, defendemos el ahorro, habitualmente demonizado por disminuir la demanda de bienes de consumo, y exponemos el fracaso del socialismo.
La banca y los ciclos económicos son objeto de la tercera lección. Puede haber bancos comerciales o de inversión, pero cuando expanden de forma artificial el crédito provocan que la inversión supere el ahorro necesario para financiarla y el sistema financiero queda expuesto a un riesgo sistémico. Este riesgo se vio a su vez multiplicado tras la aparición de los bancos centrales, monopolistas de la emisión y financiadores de los Gobiernos, que al actuar como prestamistas en última instancia incrementaron acusadamente la capacidad de la banca privada de expandir el crédito sin respaldo de ahorro. Estas expansiones y la consiguiente descoordinación de ahorro e inversión generan las burbujas que desembocan en las crisis. Muchos piensan que el Estado resultará en ese caso imprescindible para superar la crisis, en vez de la mano invisible del mercado. Nosotros, en cambio, argumentamos que el pie visible del Estado retrasa la recuperación a través de medidas equivocadas como el rescate público de la banca, la estabilización de los precios y los engañosos planes de estímulo basados en un mayor gasto público. Así ha sucedido con la crisis económica actual, que no fue fruto de la codicia ni de la desregulación, sino del intervencionismo de unos Estados que, además de animar la burbuja, una vez que ésta estalló, acometieron políticas públicas que han resultado un completo fracaso.
El capítulo 4 trata de la riqueza y la pobreza, que dan lugar a múltiples equívocos, empezando por la extendida creencia de que tienen que ver necesaria y automáticamente con la abundancia o escasez de recursos naturales, como si África careciera de ellos, y siguiendo por la idea de que la riqueza es un juego cuya suma da cero, es decir, que uno sólo puede ganar lo que pierde otro. En realidad, los seres humanos tienen capacidad de crear riqueza sin perjudicar a nadie y benefician además a muchos: eso es el mercado, que requiere la libertad. Pero esa capacidad creadora es objeto de un antiguo recelo, por el que se considera a las personas un peligro para la prosperidad, para la naturaleza y hasta para el clima y únicamente ve en el comercio y en las empresas daño y explotación.
Subrayamos la importancia del marco institucional –de la paz, la justicia y la libertad– y rechazamos las explicaciones de la pobreza según teorías inconsistentes, como la suma cero, la explotación y la falta de ayuda exterior, y además irrespetuosas, como la que sugiere que los pobres son radicalmente diferentes de los demás seres humanos porque son incapaces de salir adelante por sus propios medios precisamente porque son pobres. Es una falacia, porque los pobres tienen capacidad como los demás y pueden trabajar y montar negocios y empresas.
A veces se presenta a la intervención pública como indispensable para dejar atrás la pobreza, pero esta idea no es cierta, y tampoco lo es la urgencia de la intervención en pro de la supuesta "lucha por la igualdad": al ser imposible erradicar la desigualdad humana por completo, esa lucha se convierte en realidad en una excusa perfecta para la coacción perenne, una coacción que nunca logra la igualdad sino más bien una sucesión de desigualdades arbitrarias.
La quinta y última lección analiza el papel del Estado, empezando por sus dos características fundamentales: la coacción y la legitimidad. Diferenciamos así al Estado de todas las demás instituciones de la sociedad civil con las que de forma errónea se lo compara, como si fuera lo mismo el Estado que una familia o una empresa. A continuación refutamos la teoría del origen del Estado en un contrato social y denunciamos la distorsión perpetrada a raíz del paso de la igualdad liberal, la igualdad ante la ley, a la igualdad socialista, la igualdad mediante la ley. En efecto, la falacia de la "extensión de derechos" o de la "justicia social" estriba en que pulverizan toda noción de límites al poder político y, al contrario, se convierten en arietes contra la libertad y los derechos de los ciudadanos. La democracia se ha transformado, paradójicamente, en un sistema donde los ciudadanos eligen cada vez menos.
A la ficción de que el Estado garantiza "conquistas sociales" se unió en tiempos recientes otra: la del Estado en retroceso, hostigado por un pretendido liberalismo que jamás ha existido; en ninguna parte del mundo se ha reducido el peso del Estado. Todo lo del neoliberalismo o "fundamentalismo del mercado", o consignas de ese tipo, es pura invención. En cambio, lo que no resulta una invención es el coste del Estado, como lo prueban los gastos públicos y los impuestos, cuya lógica analizamos junto con la conducta de quienes pagan y no pagan al fisco.
El Estado se presenta como imprescindible. No lo es: aunque todos los servicios que cubre fueran inexistentes, los ciudadanos podrían obtenerlos igualmente; al fin y al cabo, son ellos los que los pagan, no los políticos. Subrayamos el error de pensar que el Estado es sólo bueno y que sabe y puede resolver todos los problemas sin crear a su vez problemas nuevos. Y terminamos el capítulo 5 con una nota de esperanza: después de todo, el Estado no fue siempre tan intervencionista, oneroso e intrusivo como lo es hoy.
El libro se cierra con unas conclusiones que recapitulan las cinco lecciones sobre economía y defienden la tesis central: el liberalismo no es pecado.

NOTA: Este texto forma parte de EL LIBERALISMO NO ES PECADO, el más reciente libro de los profesores CARLOS RODRÍGUEZ BRAUN y JUAN RAMÓN RALLO, que pone a la venta la editorial Deusto el próximo día 22.