domingo, 21 de junio de 2015

Lawrence H. White es profesor de economía en la Universidad George Mason

Lawrence H. White

Lawrence H. White
Nacimiento1954
Flag of the United States.svg Estados Unidos
Nacionalidadestadounidense
Alma máterUniversidad Harvard(licenciatura), UCLA(doctorado)
OcupaciónEconomistacatedrático
EmpleadorUniversidad de Nueva York,Universidad George Mason yUniversidad de Georgia
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Lawrence H. White es profesor de economía en la Universidad George Mason que enseña teoría y política monetaria. Se le considera una autoridad en la historia y la teoría de la banca libre.1 2 Sus escritos apoyan la abolición de la Reserva Federal y la promoción de la banca privada y la competencia.3

Carrera[editar]

White obtuvo su licenciatura en la Universidad de Harvard (1977) y su doctorado en la Universidad de California en Los Angeles(1982). Antes de su cargo actual en la Universidad George Mason, ocupó un puesto como profesor de historia económica del Departamento de Economía de la Universidad de Missouri-St. Louis de 2000 a 2009, donde enseñó historia económica americana, teoría monetaria y banca. Anteriormente, fue profesor asistente en la Universidad de Nueva York y profesor asociado en la Universidad de Georgia en Athens, Georgia.4
Artículos de Lawrence H. White sobre teoría monetaria y la historia de la banca han aparecido en el American Economic Review, el Journal of Economic Literature, el Diario del dinero, el crédito y bancarias, así como otras revistas especializadas.5 White es editor asociado de la "Review of Austrian Economics",6 editor colaborador de la revista de laFoundation for Economic EducationThe Freeman, y académico asociado del Cato Institute.7

Puntos de vista económicos[editar]

White ha sido influenciado por8 y escribe sobre la escuela austriaca de economía y se considera a sí mismo un "economista que valora la tradición austriaca".9 10 Ha analizado la teoría y la historia de la banca libre, un sistema en virtud del cual los bancos comerciales y las fuerzas del mercado controlan la prestación de servicios bancarios.11 Él apoya "despolitizar la oferta de dinero," considera factibles los "acuerdos monetarios de libre mercado" y argumenta que el mercado de las instituciones monetarias es puede obtener más credibilidad.12
El libro de White, Banca libre en Gran Bretaña analiza los sistemas eficientes de banca libre en Escocia durante 128 años hasta que fue suprimida por el parlamento británico, que estaba teniendo problemas con su propio sistema bancario.13 El libro trajo respetabilidad en la economía académica a la idea de banca libre. Sin embargo, algunos partidarios de la banca libre que prefieren la moneda respaldada por productos básicos moneda en vez de la moneda de reserva fraccional privada no están de acuerdo con su interpretación de la banca escocesa como plenamente libre.14 15 White ha respondido a sus argumentos.8 Sin embargo, White no descartar la posibilidad de que en un mercado libre de personas podrían preferir un respaldo en productos, tales como el estándar oro.16
El libro de White de 1999 La teoría de las instituciones monetarias es una explicación teórica e histórica de ambos regímenes monetarios existentes y alternativos utilizados como avanzada de texto de pregrado y postgrado en economía. El profesor Steve Hanke escribe que "White ofrece una perspectiva perspicaz única en un área difícil y controvertida, y sus argumentos y análisis son inmejorables".17
White, quien ha sido profesor visitante en el Banco de la Reserva Federal de Atlanta,4 con frecuencia se ha criticado el sistema de la Reserva Federal.18 Ha escrito que la profesión económica está fuertemente influenciado por la Reserva Federal a causa de los millones de dólares en becas de investigación que suministra a los académicos.19 20White ha sido citado diciendo que los bancos nacionalizados "desvian dinero a los usos más votos-productivos en lugar de los usos económicamente más productivos".21 la opinión de Whie sobre la utilidad de transferencia de dinero digital a través del teléfono móvil22 y en su crítica de la Banca de Objeto Limitado se han mencionado en las publicaciones tradicionales.23
White recibió un doctorado honorario de la Universidad Francisco Marroquín en 2011 por su investigación sobre la política monetaria y la historia monetaria.24

Libros[editar]

  • The Clash of Economic Ideas: The Great Policy Debates and Experiments of the Last Hundred Years, Cambridge, England: Cambridge University Press, 2012, ISBN 10-1107012422, ISBN 13-978-1107012424
  • Free Banking in Britain: Theory, Experience and Debate 1800-1845, 2nd ed., London: Institute of Economic Affairs, 2009, ISBN 0-255-36375-3
  • Editor, The pure theory of capital, Volume 12 of The Collected Works of F. A. Hayek, University of Chicago Press, 2007, ISBN 0-226-32099-5ISBN 978-0-226-32099-1
  • Editor, The History of Gold and Silver, 3 vols., London: Pickering and Chatto, 2000.
  • The Theory of Monetary Institutions, Oxford: Basil Blackwell, 1999 ISBN 0-631-21214-0
  • Editor, The Crisis in American Banking, New York: New York University Press, 1993
  • Editor, Free Banking, 3 vols., Aldershot, UK: Edward Elgar, 1993
  • Editor, African Finance: Research and Reform, San Francisco: ICS Press, 1993
  • Competition and Currency: Essays on Free Banking and Money, New York: New York University Press, 1992, ISBN 0-8147-9247-2
  • Editor, William Leggett, Democratick Editorials: Essays in Jacksonian Political Economy, Indianapolis: Liberty Press, 1984

viernes, 19 de junio de 2015

Análisis del libro “Hay vida después de la crisis”, de José Carlos Diez

Análisis del libro “Hay vida después de la crisis”, de José Carlos Díez

He  dedicado la última semana a leer el libro de José Carlos Díez “Hay vida después de la crisis”. Como no soy economista, no puedo opinar sobre la rigurosidad u otros aspectos más profundos de este ensayo, por lo que intentaré dar una opinión lo más fundamentada posible desde mis limitaciones formativas.
 Díez es economista y tiene un famoso blog en el periódico económico “Cinco días” llamado “El economista observador” , por lo que ya es una cara conocida por parte de los medios de comunicación. Es habitual en tertulias televisivas y últimamente aparece más desde que publicó su libro.

Este ensayo pretende ser  -y lo logra, en parte- un ameno y didáctico estudio que busca explicar las causas que él considera fundamentales de la crisis: entre otras muchas, lo erróneas que son las políticas de austeridad que obliga la Troika a llevar a cabo a los países más castigados por la situación económica actual. Antes de meternos en faena, podemos resumir las ideas más destacadas de este ensayo en las siguientes: la ineficacia de la austeridad en época de depresión, la necesidad de medidas de estímulo, de control de la economía por parte de las instituciones y la sostenibilidad del Estado del Bienestar.
Para el autor, la explicación de la crisis es doble: la existencia de una banca en la sombra que mueve el dinero al margen de los controles y una deflación de los activos, en el caso español, vinculados al ladrillo. Cuando un activo determinado pierde valor, los bancos, demasiado dependientes de él, pierden dinero y necesitan recapitalizarse.

Ya decía Marx, y esto es un añadido que hago, que cuando la oferta satura a la demanda, de golpe y porrazo, nos encontramos ante una crisis de sobreproducción: hay más de lo que el mercado puede asimilar. La constante bajada de salarios y la subida de precios obligó a muchas familias a acudir al crédito para acceder a bienes básicos como la vivienda. Al perder el trabajo, la deuda sigue, por lo que es muy difícil aumentar el consumo si la prioridad es sobrevivir con lo mínimo.

En todos los países desarrollados y en todas las épocas ha habido crisis. El capitalismo en un sistema que se mueve a base de ciclos, con altibajos, y que siempre se ajusta por el eslabón más débil. Lo que ocurre es que, en la actualidad, en plena revolución tecnológica, todo se hace más rápido y con mayor riesgo.

Dentro de las instituciones objeto de crítica del libro están tanto las agencias de calificación como el Banco Central Europeo, sin olvidar a Merkel y al gobierno alemán. Las agencias de calificación ya han demostrado ser empresas con intereses oscuros que utilizan la información como les conviene, y que están resultando ser muy perjudiciales para muchos países. El Banco Central Europeo, a diferencia de la Reserva Federal Americana, tiene como objetivo primordial sólo el control de la inflación, no la creación de empleo. Esto hace que, desde el sur, estemos ahogados como consecuencia de que el BCE no presta dinero a los estados, sino que lo da  a muy bajo interés a unos bancos que después hacen negocio comprando deuda pública. Además, resulta que el BCE se fía más de las agencias de calificación que de sus propios evaluadores, que son los bancos centrales de cada país. Paradójico, ¿no?

Europa reaccionó a la irrupción de la crisis tarde y mal, y eso lo estamos pagando todavía. Desde la crisis de Grecia hasta la pésima gestión del caso de Chipre, la Unión Europea responde más a los intereses de una élite financiera y política de Alemania que al interés general de la Unión. La entrada en el euro permitió a la banca española financiarse en el exterior, a los consumidores acceder a crédito a muy bajo interés y a la banca alemana invertir el exceso de ahorro que tenía -debido a un estancamiento de su economía- en nuestro ladrillo. La ecuación está completa, a pesar de parecer que nadie quiere acordarse.

José Carlos Díez también repasa otras crisis económicas –desde  la gran depresión de EEUU ( pág. 89) hasta la vivida por Japón no hace muchos años-, buscando similitudes y comparando las distintas medidas que se tomaron en su día. Desde un prisma muy keynesiano, defiende el Estado del Bienestar como forma para evitar grandes catástrofes sociales tipo Revolución, incluso cuenta un breve viaje a Cuba para ilustrar un poco su narración(pág. 113). Ya sabemos que es común en mucha gente apelar a Cuba  para hablar de los desastres del comunismo cuando se quiere defender la economía de mercado, en esto no hay nada nuevo. Incluso, una vez alabado el análisis del economista Minsky sobre la inestabilidad financiera (págs. 44-48), comenta que la salida no pasa por nacionalizar la banca, como sí quería el citado economista estadounidense, sino establecer más controles públicos. ¿Se puede controlar una maquinaria tan potente como la economía de mercado sin terminar de ahogarla? Ese es el equilibrio que tanto cuesta conseguir.

La crisis en España tiene sus particularidades, y los casos de corrupción que vivimos constantemente también son algo  de lo que habla el autor. No es el excesivo gasto público lo que debilita nuestra economía, sino la fuerte caída de los ingresos. El fraude fiscal o la necesidad de racionalizar nuestro sistema fiscal son dos elementos clave a la hora de afrontar nuevos retos económicos.

Por lo demás, el libro es entretenido, aunque el autor dedica buena parte de sus páginas a  intentar justificar que la economía no es una ciencia exacta y  a responder cómo es posible que ninguno viera venir lo que se avecinaba, incluso cita varios encuentros con premios Nobel de Economía que no supieron responder a sus preguntas. Que cada uno interprete lo que quiera sobre esto último, pero yo  veo un intento de exonerar a los expertos económicos de fallar más que una escopeta de caña.

Ficha técnica del libro:
Título: “Hay vida después de la crisis”
Autor: José Carlos Díez. El economista observador
Editorial: Plaza y Janés
Número de páginas: 334

miércoles, 3 de junio de 2015

La Gestión Económica propuesta de KEYNES

¿Vuelve Keynes?
La recesión económica y los acontecimientos del 11 de septiembre han provocado que los diferentes estados de los países avanzados estén interviniendo para salvar a empresas de la crisis e insuflar fuerza a una economía en atonía. Este hecho ha sido entendido por diferentes analistas como la vuelta a Keynes y el abandono de tanto fundamentalismo de mercado. Otros pensadores han considerado que estamos ante un momento que requiere la vuelta de la política al escenario económico y la recuperación de la acción económica de¡ Estado.
En realidad, si nos atenemos a los datos, a pesar de la influencia de la ideología neoliberal, el Estado no había dejado de intervenir y la prueba está en que su peso, desde los ochenta para acá, en la actividad económica no ha disminuido sensiblemente, o se ha mantenido, o incluso, en algunos casos ha aumentado, sobre todo en los países de la Europa Occidental. Otro caso, es el de Estados Unidos, país en el que tradicionalmente la influencia de¡ sector público ha sido menor, a pesar de la importancia que han adquirido los gastos militares tradicionalmente en el conjunto del gasto público.
No obstante, esta realidad ha estado acompañada de una considerable privatización de empresas y servicios públicos, desregulación de los mercados, y una intensa globalización que ha mermado la capacidad de los estados‑nación para tomar decisiones de política económica al margen de las tendencias existentes en la economía mundial. El liberalismo económico ha crecido, pero en muchos países avanzados todo esto ha coexistido con un papel considerable del Estado. En todo caso, la intervención pública no ha sido capaz de contrarrestar las oleadas neoliberales y, como consecuencia, ha habido, en casi todos los países avanzados, un incremento de la desigualdad en el interior de¡ estado‑nación, una disminución en los derechos sociales de los trabajadores y empleados, y unas peores condiciones en el empleo. A escala mundial, se ha hecho mucho mal con la liberalización financiera y el auge adquirido por los paraísos fiscales.
Las intervenciones recientes se encuentran impulsadas por la necesidad, que existe en los momentos que vivimos, de evitar que la recesión actual vaya a peor y para salvar empresas en crisis, fundamentalmente las del transporte aéreo, Los gobiernos basados en los criterios de los fundamentalistas del mercado se doblegan ante la tozudez de los acontecimientos, que en escasas ocasiones les dan la razón, pero ello ha vuelto a traer al debate público sí realmente estamos ante una vuelta a Keynes.
La polémica en sí se encuentra, a mi juicio, mal planteada, pues lo fundamental a la hora de dilucidar la función económica de] Estado es establecer el tipo de tareas que debe asumir, y no tanto la dimensión del sector público, o si se interviene más o menos. A propósito de esto y refiriéndose a la posguerra, la ilustre economista Joan Robinson, decía: " que los llamamientos keynesianos convencieron a los sucesivos presidentes de que un déficit presupuestario no tenía nada de malo y permitieron que el complejo militar industrial se aprovechase de ello. De este modo, el agradable ensueño de Keynes se ha convertido en una horrible pesadilla'(Contribuciones a la teoría económica moderna, Siglo XXI; México, 1979, p.33).
Ahora, nos encontramos, por tanto, ante el hecho de que lo fundamental de la intervención es apoyar a los intereses económicos de grandes empresas que se encuentran en dificultades y, por si fuera poco, con la guerra, una vez más, el complejo militar industrial sale favorecido. El Estado neoliberal es consecuente con sus presupuestos que se basan en apoyar al capital, de la forma que sea, mientras que, por el contrario, se pretende recortar las partidas presupuestarias destinadas a gastos sociales. Es evidente, de todos modos, de que cuando se interviene en grandes empresas para evitar su cierre se acude al argumento de salvar puestos de trabajo, que en estos casos se cuentan por miles. Esto es cierto y podría justificar la puesta a disposición de las empresas privadas de fondos públicos, pero casi siempre la experiencia reciente nos enseña que, aunque la empresa quede saneada, se producen despidos.
Lo fundamental por ello no es debatir si más intervención nos dirige por el buen camino keynesiano y menos intervención nos encamina por la mala dirección de crear las condiciones de¡ mercado autorregulado, sino qué finalidad debe de cumplir esa política pública de intervención. Ante los vientos que corren de guerra y violación de los derechos humanos fundamentales, la vuelta a Keynes no supone la garantía de que se introduzcan elementos correctores al mercado para encontrar un mundo más justo, sino que mucho nos tememos que sigamos con la pesadilla del militarismo y que los graves problemas que padece el mundo sigan aparcados y agravándose. En palabras de¡ propio Keynes, dichas en 1936: `Por mi parte creo que hay justificación social y psicológica de grandes desigualdades en los ingresos y en la riqueza, pero no para tan grandes disparidades como existen en la actualidad' (Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero, Fondo de Cultura Económica, México, p.329), *