miércoles, 3 de junio de 2015

La Gestión Económica propuesta de KEYNES

¿Vuelve Keynes?
La recesión económica y los acontecimientos del 11 de septiembre han provocado que los diferentes estados de los países avanzados estén interviniendo para salvar a empresas de la crisis e insuflar fuerza a una economía en atonía. Este hecho ha sido entendido por diferentes analistas como la vuelta a Keynes y el abandono de tanto fundamentalismo de mercado. Otros pensadores han considerado que estamos ante un momento que requiere la vuelta de la política al escenario económico y la recuperación de la acción económica de¡ Estado.
En realidad, si nos atenemos a los datos, a pesar de la influencia de la ideología neoliberal, el Estado no había dejado de intervenir y la prueba está en que su peso, desde los ochenta para acá, en la actividad económica no ha disminuido sensiblemente, o se ha mantenido, o incluso, en algunos casos ha aumentado, sobre todo en los países de la Europa Occidental. Otro caso, es el de Estados Unidos, país en el que tradicionalmente la influencia de¡ sector público ha sido menor, a pesar de la importancia que han adquirido los gastos militares tradicionalmente en el conjunto del gasto público.
No obstante, esta realidad ha estado acompañada de una considerable privatización de empresas y servicios públicos, desregulación de los mercados, y una intensa globalización que ha mermado la capacidad de los estados‑nación para tomar decisiones de política económica al margen de las tendencias existentes en la economía mundial. El liberalismo económico ha crecido, pero en muchos países avanzados todo esto ha coexistido con un papel considerable del Estado. En todo caso, la intervención pública no ha sido capaz de contrarrestar las oleadas neoliberales y, como consecuencia, ha habido, en casi todos los países avanzados, un incremento de la desigualdad en el interior de¡ estado‑nación, una disminución en los derechos sociales de los trabajadores y empleados, y unas peores condiciones en el empleo. A escala mundial, se ha hecho mucho mal con la liberalización financiera y el auge adquirido por los paraísos fiscales.
Las intervenciones recientes se encuentran impulsadas por la necesidad, que existe en los momentos que vivimos, de evitar que la recesión actual vaya a peor y para salvar empresas en crisis, fundamentalmente las del transporte aéreo, Los gobiernos basados en los criterios de los fundamentalistas del mercado se doblegan ante la tozudez de los acontecimientos, que en escasas ocasiones les dan la razón, pero ello ha vuelto a traer al debate público sí realmente estamos ante una vuelta a Keynes.
La polémica en sí se encuentra, a mi juicio, mal planteada, pues lo fundamental a la hora de dilucidar la función económica de] Estado es establecer el tipo de tareas que debe asumir, y no tanto la dimensión del sector público, o si se interviene más o menos. A propósito de esto y refiriéndose a la posguerra, la ilustre economista Joan Robinson, decía: " que los llamamientos keynesianos convencieron a los sucesivos presidentes de que un déficit presupuestario no tenía nada de malo y permitieron que el complejo militar industrial se aprovechase de ello. De este modo, el agradable ensueño de Keynes se ha convertido en una horrible pesadilla'(Contribuciones a la teoría económica moderna, Siglo XXI; México, 1979, p.33).
Ahora, nos encontramos, por tanto, ante el hecho de que lo fundamental de la intervención es apoyar a los intereses económicos de grandes empresas que se encuentran en dificultades y, por si fuera poco, con la guerra, una vez más, el complejo militar industrial sale favorecido. El Estado neoliberal es consecuente con sus presupuestos que se basan en apoyar al capital, de la forma que sea, mientras que, por el contrario, se pretende recortar las partidas presupuestarias destinadas a gastos sociales. Es evidente, de todos modos, de que cuando se interviene en grandes empresas para evitar su cierre se acude al argumento de salvar puestos de trabajo, que en estos casos se cuentan por miles. Esto es cierto y podría justificar la puesta a disposición de las empresas privadas de fondos públicos, pero casi siempre la experiencia reciente nos enseña que, aunque la empresa quede saneada, se producen despidos.
Lo fundamental por ello no es debatir si más intervención nos dirige por el buen camino keynesiano y menos intervención nos encamina por la mala dirección de crear las condiciones de¡ mercado autorregulado, sino qué finalidad debe de cumplir esa política pública de intervención. Ante los vientos que corren de guerra y violación de los derechos humanos fundamentales, la vuelta a Keynes no supone la garantía de que se introduzcan elementos correctores al mercado para encontrar un mundo más justo, sino que mucho nos tememos que sigamos con la pesadilla del militarismo y que los graves problemas que padece el mundo sigan aparcados y agravándose. En palabras de¡ propio Keynes, dichas en 1936: `Por mi parte creo que hay justificación social y psicológica de grandes desigualdades en los ingresos y en la riqueza, pero no para tan grandes disparidades como existen en la actualidad' (Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero, Fondo de Cultura Económica, México, p.329), *

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